domingo, 26 de junio de 2011

¿Es posible que hayan pasado nueve meses y no me haya dado apenas cuenta? Ya llevo en casa unas dos semanas, se acabó primero de Medicina (bueno, casi) y se pasó mi primer año en Madrid, y sigo diciendo que aún no me hago a la idea de que haya estado viviendo allí. Ha pasado demasiado rápido, pero si echo la vista atrás me doy cuenta de que he vivido un millón de experiencias, me he reído infinidad de veces, he llorado alguna que otra vez, he estudiado por lo menos un millón de horas, he pasado ratos realmente geniales y me he encontrado en todo este camino con gente increíble.
Se acabó, se acabó nuestro primer año en la RUSC, sí la mejor residencia del mundo mundial (no necesito ver otras para saberlo). Decorada con patos rosas de los que salen flores, relojes sin agujas, flores de papel y cuadros de ganchillo; en la que se sirve granizado a las doce de la noche para refrescar en época de exámenes y en la que se adoptan perros como mascota aunque sólo sea por un mes, es el lugar en el que es posible oír misa los domingos desde la cama; es donde hemos vivido durante unos cuantos meses y que podemos considerar nuestra segunda casa y a su gente, nuestra segunda familia.
A vosotras, mil gracias por un curso realmente bueno. Puede que no hayamos llevado a cabo todos nuestros planes, que no hayamos ido a las barcas del Retiro como prometimos, que no grabáramos un lipdub como planeamos, tampoco volvimos a “nuestro sitio” (sí, aquel al que sólo fuimos en tres ocasiones, pero que es nuestro), no hicimos suficientes excursiones, y tampoco visitamos muchos museos, hay muchas cosas que nos hemos dejado por hacer, pero hay un montón de otras que sí hemos hecho. Yo la que más destaco es la de reírme, raro es el día en que no te ríes, y no me refiero a esa risa forzada, no!, digo esa risa, con la que lloras e incluso te entran ganas de mearte de la risa, allí y con ellas siempre hay razón para reír. Todas y cada una de estas risas han sido provocadas o bien han ido acompañadas de momentos realmente geniales, aquellos que pasan a formar parte de nuestros recuerdos. Me siento muy afortunada por todo lo que he ganado en estos meses, por tener una gran familia a la que realmente quiero y aprecio, porque la RUSC es especial, pero su gente lo es aun más. Pero la cosa no acaba aquí, ahora lo que toca es recargar las pilas, ya que en cuanto nos demos cuenta volvemos a estar allí, y ahora sí novateando.